Todo el mundo miente

Si todo el mundo miente es porque le funciona. — Doctor House

Y no mienten solamente a los demás. La mayor parte de personas se mienten a ellas mismas con mayor frecuencia que al resto. Es la mentira perfecta, la que nadie puede descubrir y la que, presuntamente, no existe. La que genera un menor grado de culpabilidad. Y también la culpable de los mayores desastres, aunque se produzcan en privado.

Encontrar tu camino

Muchas personas sufren dificultades para entrar su camino. Esto ocurre porque han aprendido a no escuchar sus emociones, sino lo que otras esperan de ellas o las normas políticamente correctas que se supone que deben regir sus vidas.

La sociedad es muy buena censurando emociones. Y la costumbre es muy buena censurando lo nuevo.

Si quieres saber necesitarás preguntarte las cosas correctas, y para ello necesitarás alejar creencias y normas limitantes que se han ocupado de grabar profundamente en tu mente.

Algo importante

El éxito, como la felicidad, no debe perseguirse, sino seguirse. Y eso sólo es posible como efecto secundario de la dedicación personal a una causa mayor que uno mismo. —Víctor Frankl

Esa cita atribuida al autor de la obra El hombre en busca de sentido te dice algo importante. Dedicación personal o una causa mayor que uno mismo, expresiones que a menudo se utilizan con ligereza y, sin embargo, deberíamos tener presentes cada uno de nuestros días.

Prisa

La clásica historia del chico que se fue de su casa para estudiar con un reputado maestro.

Cuando conoció al viejo sabio, le preguntó: «¿Cuánto tardaré en ser tan sabio como tú?». La respuesta no se hizo esperar: «Cinco años».

«Eso es mucho tiempo», replicó el muchacho. «¿Y si trabajo el doble?». «Entonces tardarás diez», respondió el maestro, a lo que el mucho protestó: «Eso es demasiado tiempo. ¿Y si estudio también por las noches?». «Quince años», dijo el sabio.

«No lo comprendo», replicó el chico. «Cada vez que prometo dedicar más energías tú me dices que tardaré más en lograr mi objetivo. ¿Por qué?».

«La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el destino que esperas alcanzar, sólo te queda otro para que te guíe en el viaje».

Podrás leerlo en El monje que vendió su Ferrari, de Robin S. Sharma.

Prisa mata. Hablando de trabajar una competencia como es la efectividad personal, el camino es el destino. Yo lo tengo claro.

Optimizar la conexión

¿Qué te ata a tu smartphone? ¿Y a tu ordenador, gadgets tecnológicos, pequeños objetos de culto? ¿Y a tu pareja? ¿A tus hijos, tus amigos, tu ropa?

Mantienes una conexión emocional con todas esas cosas o personas, al menos con la mayoría, y probablemente nunca has aprendido a optimizarla.

En lo que se refiere a cosas o personas, la conexión ideal consiste en amarrar lo justo y dejar ir cuando es necesario. Las cosas nos sirven y carece de toda lógica que seamos nosotros quienes dependamos de ellas. Las personas se aman y cuidan, permitiendo la libertad necesaria para que la reciprocidad sea voluntaria.

Todo se basa en aprender a optimizar conscientemente las relaciones. Y puedes comenzar por preguntarte que te aportan tus diferentes sentimientos hacia ellas.

El verdadero coste

Todo tiene un coste. Todo. Y en la mayor parte de ocasiones no tenemos en cuenta el coste total.

Cuando adquieres algo, pagas por ello. Pero el precio no es solamente ese. Tienes que mantenerlo, limpiarlo, quizá necesites algún accesorio o instalarlo de algún modo, y todo eso son costes económicos, mentales y energéticos. Tendemos a ignorar todos aquellos no económicos y, sin embargo, en ocasiones el económico es el menor de todos ellos.

Seguro que ahora mismo se te ocurren muchos costes ocultos en tu vida, de esos que no computan en divisa.

Te dejo uno más. Se llama The True Cost y está subtitulado en castellano. Quizá se centre en una temática poco atractiva para ti. Y aún así, te lo recomiendo. Podrías aprender mucho.

Productividad en las organizaciones

Las herramientas diseñadas para facilitar que las personas en las organizaciones sean más productivas terminan, en muchas ocasiones, por distraerlas. O eso dicen.

Tal vez estaría bien aportar indicaciones para evitar que esto ocurra. O, mejor aún, facilitar que dispongan de un criterio efectivo que las ayude a determinar qué sí, qué no, y cuándo qué. Por ejemplo, así.