La adaptación hedónica

Crees que si te toca la lotería todos tus problemas desaparecerán. O que si consigues ese puesto nada volverá a ser como antes. Incluso que si logras aprender a hacer algo concreto tu vida dará un giro radical sin vuelta atrás. Sin embargo ese gran cambio no se mantendrá tal cual lo esperas por demasiado tiempo, y parte de la culpa de ello la tiene lo que conocemos por adaptación hedónica.

De modo muy resumido, representa tu capacidad para adaptarte a esos grandes cambios que tienes en mente y que crees que lograrían dar un giro radical y permanente a tu vida y sensación de bienestar.

Que esto ocurra tiene consecuencias positivas y negativas en nuestras vidas. Del mismo modo que consigues adaptarte ante ocurrencias indeseables, ocurre lo mismo con aquellos sucesos positivos que piensas que lo cambiarán todo. Pueden cambiarlo todo, salvo el hecho de que antes o después te adaptarás a la nueva situación y tus niveles de satisfacción —o insatisfacción— generados por ese hecho concreto irán decreciendo según te adaptas a la nueva situación.

Si echas la vista atrás, te darás cuenta rápidamente de cómo ese televisor gigante en tu salón que llevaría a otra dimensión tus momentos de ocio ya es algo tan normal para ti como lo era el anterior que tenías. Y tener la adaptación hedónica presente te ayudará a dotar de realidad determinadas apetencias en tu vida que, al final, representan poco más allá que el subidón de la gratificación instantánea y la rápida vuelta a la normalidad. Es posible que, sabiéndolo, hagas cosas diferentes.

ThinkPad x390

ThinkPad

Un pequeño compañero para mi día a día. Es un equipo pequeño, ligero, y con buena duración de batería. Y es un ThinkPad.

Siempre he tenido algún tipo de vínculo emocional con estos equipos. Mi primer ordenador portátil fue un IBM ThinkPad grande y pesado, como era normal en aquella época. Pero era un equipo de gama premium que, en aquellos momentos, mis padres hicieron un fuerte esfuerzo para pagar.

Me encontraba inmerso en toda aquella explosión tecnológica que me absorbía totalmente, y aquel ordenador me acompañó durante miles de horas investigando, probando, fallando… aprendiendo. Hasta su último aliento.

Aún descansa en paz en casa de mis padres, guardado, porque me trae recuerdos y es de las pocas cosas de las que he rechazado deshacerme aún cuando carece de ningún tipo de utilidad.

Los ThinkPad tienen personalidad. Tienen algo. Y este será el encargado de echarse una buena cantidad de recuerdos a la espalda y seguir abriendo camino para generar los del futuro.

Los problemas como oportunidad

La mayor parte de personas desean mantener lejos los problemas. Sin embargo determinado tipo de lo que llamamos problemas representa, en realidad, una gran oportunidad.

Demuestras tu valía resolviendo problemas, encontrando soluciones. Lo cierto es que es ante este tipo de situaciones cuando creces, cuando más aprendes y cuando el resto de personas comienzan a confiar en tu capacidad para ayudarlas.

Cuando tratas de mantenerlos todo lo lejos posible no creces, no ayudas y no generas confianza. Y cuando llega el día en que te resulta imposible esquivar uno de ellos te muestras torpe y te mueves con indecisión, como el mecánico que nunca se ha manchado las manos.

En realidad, no podrías hacer nada mejor que resolver un problema tras otro. Es la oportunidad que algunos buscan y casi todos rehuyen.

Cada semana

Las reuniones ARC® siguen en marcha. Una nueva cada semana, durante cada semana del año. Y se graban, por si te pierdes alguna o quieres regresar y revivir algunas conversaciones.

Puedes tratar de aprender cómo convertirte en una persona efectiva siguiendo modelos tradicionales y ver qué ocurre. Yo sé qué ocurre en la mayor parte de ocasiones, porque lo he visto demasiadas veces en los últimos años. Pero es posible que quieras descubrirlo de primera mano.

O puedes tomártelo como un reto a largo plazo, rodearte de personas que se encuentran en el mismo camino y descubrir lo que la unión tiene reservado para ti.

Una reunión

Reunión

Todas las personas tenemos mucho que agradecer. Por una situación, por un compromiso, o por una reunión. Lo que ocurre en la mayor parte de ocasiones es que no somos conscientes de todo lo que podríamos agradecer porque no estamos lo suficientemente presentes en esos momentos afortunados.

No es fácil estar presente. Requiere liberarte de todo el ruido que te rodea, de modo que puedas vivir intensamente esos momentos.

La fotografía que encabeza estas líneas representa uno de ellos. Y tengo mucho que agradecer a todas las personas que lo han compartido conmigo y contribuido, de un modo u otro, a que haya existido. Una reunión para el recuerdo que espero que se repita.

Casi nunca

Cuando predices que algo va ocurrir, incluso cuando termina ocurriendo se ve de un modo ligeramente diferente a como lo predijiste. Casi nunca alcanzas la satisfacción, tristeza, alegría o frustración a los niveles que habías previsto.

Del mismo modo todo se suaviza cuando ocurre, como el clima cuando te acercas al mar. Todo pasa aún cuando crees que jamás pasará, porque tu capacidad para adaptarte a lo bueno y malo es mayor de lo que crees. Y saber esto puede ayudarte a regular mejor tus expectativas.

Prueba otra cosa

Si estás tratando de organizarte y algo no marcha, tienes dos opciones. Insistir o probar otra cosa.

En lugar de apuntarlo todo puedes tratar de recordarlo. Y en lugar de recordarlo, tratar de apuntarlo todo.

En lugar de revisar lo que apuntas puedes tirar de memoria. Y en lugar de tirar de memoria, revisar tus apuntes.

Creo que ya lo pillas. Después de todo, muchos expertos dicen que a no todo el mundo le funciona lo mismo.

O puedes insistir y tratar de comprobar qué hacías mal con lo que presuntamente debería estar bien.

Después de todo, la mayor parte de personas somos expertas en estropear cosas.