Lo has hecho. Ha desencadenado una serie de acontecimientos, reacciones y críticas. Ahora puedes analizar las consecuencias de un modo diferente. Y también sabes si puede merecer volver a hacerlo, o no, o qué cambiarías esta vez.
Muchas personas no lo hubieran hecho, simplemente porque temen enfrentarse a todas esas consecuencias en este momento. Pero tú lo hiciste. Ahora esas personas no tendrían información y respuestas, solamente incertidumbre, dudas y miedo. Y, sobre todo, no tendrían ni un motivo para volver a hacerlo ni unas preguntas diferentes a las que dar respuestas. Pero tú si las tienes.
No puedes volver atrás y cambiar lo que ha pasado. Solamente responsabilizarte, aprender, y seguir aprendiendo. Pero cuando lo has hecho una vez, siempre puedes volver a hacerlo. Eso garantiza que ocurran cosas y, a su vez, eso garantiza que una vez que están hechas ya no puedes volver a atrás. Es un ciclo que se repite una y otra vez.
Entonces la información, las respuestas y las nuevas preguntas que antes no existían se van acumulando. Tú vas cambiando con ellas, y cada vez quieres más. Y por eso casi siempre prefieres volver a hacerlo de nuevo. Porque el único modo de hacerlo bien a la primera es hacerlo mal muchas veces antes.