Determinadas habilidades no resultan aconsejables, sino imprescindibles. Y cada día se hacen más evidentes las consecuencias de olvidarlo.
Es la causa de muchas de las situaciones que actualmente están en boca de todos.
Nos han enseñado a trabajar, pero sin enseñarnos realmente a trabajar.
Nos hemos formado sobre determinadas habilidades de esas que llaman «duras»:
– Si eres programadora, has aprendido a programar.
– Si eres contable, has aprendido contabilidad.
– Si eres inversor, has aprendido a invertir.
En el peor de los casos, habremos desarrollado esas habilidades duras intrínsecamente relacionadas con nuestro trabajo hasta un nivel aceptable.
¿Qué falla?
Que existe otro tipo de habilidades fundamentales transversales a cualquier puesto que nadie te ha mostrado cómo desarrollar o potenciar.
¿Cuáles?
– Liderazgo
– Honestidad
– Inquietud por aprender
– Perseverancia
– Motivación
– Confianza
– Compromiso
– Capacidad de escucha activa
– Adaptabilidad
– Competitividad
– Agilidad
– Flexibilidad
– Resiliencia
– Asertividad…
La lista podría extenderse hasta ocupar todo tu timeline. Habilidades que siempre han estado ahí de un modo u otro, que tenían un protagonismo mucho mayor cuando lo que las rodeaba era menos y donde las consecuencias de olvidarlas eran mucho más notables.
Todas se exigen, pero no se muestra ni potencia su desarrollo.
¿Qué crees que ocurriría con las renuncias, los ambientes laborales o el teletrabajo si demostrásemos su importancia dándosela realmente?