El juego es el que es

Algunas personas prefieren un trabajo 100% remoto, con la independencia geográfica y libertad de movimiento que eso les aporta.

Otras prefieren la presencialidad, el modelo casi siempre impuesto hasta hace pocos años. En muchos casos es posible que por costumbre, aunque resultan evidentes las virtudes que conlleva a diferentes niveles a través de la relación cercana, cotidiana y en vivo.

Y en otros casos hay quien se decanta por un modelo híbrido de forma que pueda extraer gran parte de los beneficios de ambos lados.

Luego están las organizaciones.

Las que facilitan un trabajo 100% remoto, las que facilitan, permiten o fomentan el teletrabajo durante una serie de jornadas a las semana, y las que exigen presencialidad.

No siempre resulta difícil casar a unos con los otros. Las complicaciones llegan con los matrimonios a la fuerza.

Las organizaciones buscan talento, y el talento las condiciones óptimas según sus propias necesidades.

Así que al final la conclusión es la misma que ya se conocía desde tiempos inmemoriales aplicada a muchos otros ámbitos: cuanto más estés dispuesto a dar y arriesgar, mayor es el premio que puedes llevarte. Quien no juega no gana, eso ha ocurrido siempre aunque curiosamente a mucha gente le sorprenda ahora.