Estímulos

Me he reunido con una persona que hacía años que no veía aprovechando su viaje a la ciudad.

Tomamos algo y nos pusimos al día. Mientras estábamos juntos su teléfono no paraba de reclamar su atención. Un pequeño pitido, otro, una notificación que se apilaba sobre las varias decenas de notificaciones anteriores.

No cogía su teléfono para verlas pero su atención se depositaba en aquel pequeño aparato cada vez que sonaba.

Nos han domesticado en su juego. Han decidido qué es importante para nosotros y nos han convencido. Han conseguido que permanezcamos constantemente pendientes de cada estímulo que envían.

Pero te recuerdo que es una elección. Solamente juegas a aquello que decides jugar.