El trabajador solitario

El trabajador solitario está en todas partes, allá donde mires. En la calle, en tu puesto de trabajo y en historias como esta.

Estaban en la calle con un gran furgón viejo subido en medio de la acera y los portones abiertos de par en par. Su interior se veía lleno de paquetes embalados, parecían muebles. Uno de ellos era mayor, el otro un chico muy joven.

Entonces el primero le dijo al segundo que fuese descargando mientras hacía una llamada.

El chico comenzó a bajar paquetes pequeños, aquellos que por volumen podía manejar solo, y a llevarlos uno a uno al interior del portal frente a ellos.

De pronto se escuchó una voz fuerte, un grito: ¡Así no! ¡Coge el carro!

El chico comenzó a mirar nervioso dentro del vehículo y su rostro dejaba ver que no encontraba ningún carro.

Entonces su compañero llegó corriendo, abrió el portón lateral y sacó de debajo de unas mantas viejas cubiertas por los muebles un carro. Fue a la parte trasera y comenzó a poner las cajas que estaban en el suelo sobre él.

El chico amagó, quiso comenzar a coger cajas para ayudarle. Pero se encontró con otra respuesta a voces: ¡Ya lo hago yo! ¡Si comienzas así el primer día vas a durar poco!

Se apartó, con una mirada entre decepcionada y triste.

No es frecuente. Es muy frecuente.

El trabajador solitario pide la ayuda en que no quiere invertir. Siempre será solitario.

Lo peor son las consecuencias, porque deja una huella. Los jóvenes impactados conocen así, también, su camino hacia la soledad.

P.S.: Dos notas. Hay un programa que te permitirá crear un impacto positivo en el resto, está esperándote y el tiempo se agota. Es todo lo contrario a solitario. Y hoy celebro contigo la entrada número 1000 de este blog. 1000 pequeños envíos, historias e invitaciones a reflexionar. Gracias.