Tienes toda la razón del mundo

Hoy voy a contarte una historia sobre cómo enfrentar conflictos y sobre lo que representa tener toda la razón.

Un matrimonio judío que no se llevan muy bien, discuten con cierta frecuencia y tienen problemas en su relación, deciden acudir al rabino para que les asesore.

Una vez delante del rabino, este les pide que le cuenten cuál es la versión de la historia que cada uno tiene.

La mujer comienza a describir cuáles cree ella que son los problemas que tienen, y cuando termina de contar aquella historia, el rabino la mira y le dice: ¿Sabes lo que te digo? Que tienes toda la razón del mundo.

El marido se queda un poco chafado, al fin y al cabo, también tenía la necesidad de contar su propia versión pero el rabino ya le ha dado toda la razón a su mujer. Pero, para su sorpresa, el rabino le mira y le dice: Ahora cuéntame tú cuál es tu versión de la historia.

No demasiado convencido porque el rabino ya había dado una sentencia, por no desobedecer y por respeto, decide contar su historia y comienza a contar la versión de los hechos que él tiene.

Cuando termina, el rabino le mira y le dice: ¿Sabes lo que te digo? Que tienes toda la razón del mundo.

Entonces la mujer, extrañada, le dice: Rabino, discúlpame, pero creo que no lo comprendo. No puede ser que tengamos los dos toda la razón del mundo. O yo tengo toda la razón del mundo, o él tiene toda la razón del mundo, pero los dos al mismo tiempo es imposible.

Entonces el rabino la mira y le dice: ¿Sabes lo que te digo? Que tienes toda la razón del mundo.

Este relato no es mio, es de Juan Mateo.

Como puedes desprender de esta historia, partir de la premisa de que una parte —o la otra— tienen toda la razón convierte al conflicto en inmanejable.

La única posibilidad de enfrentar el conflicto con posibilidades de éxito es comprender que tú tienes tus razones, yo tengo mis razones, tratemos de acercar nuestras posturas desde la racionalidad.