La jubilación cada día está más lejos, en lugar de más cerca. Y las personas están comenzando a darse cuenta de que el enfoque generalizado tan presente durante las últimas décadas que traduce su vida en un largo camino insatisfactorio esperando alcanzar una meta tan lejana solamente se traduce en vidas vacías y, en gran medida, carentes de sentido.

Hemos descubierto que las promesas de satisfacción futura no son suficientes. La gran renuncia es uno de los muchos nombres que se ha dado a ese descubrimiento, cada vez más extendido y generalizado. El camino es demasiado largo y la gratificación insegura. La verdadera satisfacción se encuentra en lo cotidiano. En los hechos y no en las promesas. En el día a día y no en el futuro voluble e incierto.

La nueva jubilación comienza hoy, ahora mismo. En este preciso instante. Puedes comenzar por incorporar un pequeño cambio ahora, después otro y más tarde otro más. Cambios que acerquen al ahora eso que sueñas que un día podría llegar.

Cualquiera es significativo cuando se suma a muchos otros, desde comenzar a utilizar para determinadas tareas esa herramienta que te gusta y disfrutas utilizando hasta construir una relación más significativa con un compañero o compañera que acerquen tus visitas a la oficina o videollamadas en algo que realmente te satisface hacer.

Comprométete a introducir uno nuevo cada semana durante unos cuantos meses, que sume a todos los anteriores, y en algún momento te darás cuenta de que has dejado de sentir el peso de la insatisfacción cotidiana.

Para aquellas personas que toman la decisión de recuperar su vida, la nueva jubilación ha dejado de ser un momento para convertirse en un estado mental por el que trabajar a diario y que todo el mundo puede alcanzar.