Es algo que apenas se hace, aparentemente por temor a que la respuesta sea demasiado lenta. La escucha dura apenas unos segundos, y a partir de ese momento simplemente se construye una respuesta. Una que esté lista para ser lanzada en cuanto se detecte un segundo de silencio.
Existe temor a que la respuesta sea lenta, a que parezca que necesitas pensar para emitirla y a llegar al colapso ante la abundancia de información o consultas.
Y todo ocurre por un sólo motivo. Crees que la respuesta es la protagonista, cuando en realidad lo es la pregunta. Sin pregunta no hay respuesta y sin escucha activa jamás la hay adecuada.