Hay personas que solamente saben vivir según una plantilla predefinida. Una diseñada por otros para quien no sabe vivir sin una guía externa.
Del mismo modo que te descargas una plantilla para tu currículum, porque piensas que no sabrías diseñarlo desde cero obteniendo un resultado aceptable o porque prefieres ahorrarte el trabajo de hacerlo.
Eso es exactamente lo que ocurre con tu vida adulta. Piensas que no sabrías diseñarla desde cero o prefieres ahorrarte el trabajo de hacerlo. Entonces estudias lo que alguien cree que debes estudiar, persigues el trabajo que alguien cree que deberías tener, te casas, tienes un perro y la cantidad de hijos que alguien ha pensado que te conviene más.
Es decir, una plantilla idéntica a la del currículum, con el aspecto, las partidas y el orden establecido que alguien ha pensado que debería tener.
Siendo así, no debería sorprender a nadie que cuando alguien te pregunta qué tal te va todo tu respuesta sea la misma, políticamente correcta y desganada, que todo el mundo espera recibir a esa pregunta. Todo bien. Sin más. Jamás podrías responder otra cosa, porque ni la hay ni nadie espera que la haya.
Las plantillas tienen un sentido, un cometido para el que resultan útiles. Pero lamentablemente la sensación de seguridad que aporta creer que pisas sobre terreno ya bien pisado te mantiene lejos de vivir tu propia vida.