Existe un rasgo muy común entre todas las personas que se dejan invadir por el pesimismo, y es el terrible miedo que representa para ellas lo desconocido.
Es un miedo tan aterrador, que prefieren imaginar la peor de las situaciones y comenzar a adaptarse a ella por el mero hecho de evadir la incertidumbre a no saber a qué tendrán que adaptarse.
Trabajar y habituarse a moverse entre incertidumbre (una situación que, por otra parte, no desaparece porque quieras que lo haga) minimiza mucho ese miedo. Y la sombra, cuando eso ocurre, comienza a convertirse en luz.