Ayer he estado curioseando en una tienda de artículos de segunda mano.
Mientras estaba por allí, un padre compró un teléfono móvil para su hijo adolescente. Cuando terminaron en caja, y mientras salía con una sonrisa en la cara, dijo: «Ya tengo teléfono nuevo».
El mismo teléfono viejo y olvidado por quien lo entregó allí, usado para quien lo vendió, y nuevo para el chaval. Y ninguno está equivocado.
Para tener en cuenta en tus próximas conversaciones, debates o discusiones.