Cuando predices que algo va ocurrir, incluso cuando termina ocurriendo se ve de un modo ligeramente diferente a como lo predijiste. Casi nunca alcanzas la satisfacción, tristeza, alegría o frustración a los niveles que habías previsto.
Del mismo modo todo se suaviza cuando ocurre, como el clima cuando te acercas al mar. Todo pasa aún cuando crees que jamás pasará, porque tu capacidad para adaptarte a lo bueno y malo es mayor de lo que crees. Y saber esto puede ayudarte a regular mejor tus expectativas.