Una cosa menos

En una conversación muy reciente, un amigo me confesaba qué bien se sentía porque esa misma mañana, por fin, había cerrado un tema que le perseguía desde hace un tiempo. Una cosa menos. Había llegado al punto de inquietarle, pensaba constantemente en ello, y para él conseguir quitárselo de encima supuso una gran liberación.

Sin embargo, cuando le pregunté por el motivo de su alegría no supo sumar nada a que por fin se lo había quitado. Le pregunté entonces qué hubiera ocurrido si hace unas semanas simplemente se hubiera olvidado de ello, hubiera roto lazos por completo y se hubiera ocupado de otros asuntos. Por un momento pensó, y se encogió de hombros.

Urge reevaluar todos y cada uno de los lazos que hemos establecido. Y urge aprender a desarrollar estrategias que mantengan la cantidad de lazos muy contenida, cuanto más mejor.

Establecemos lazos físicos y emocionales a diario sin pararnos a pensar por un momento qué aportan a nuestra vida. Acumulamos tensión con cada nuevo compromiso, compra u obligación. Con objetos y con personas, con sentido y sin él. Contraemos deudas de todo tipo con finalidades absolutamente insustanciales para nuestra vida.

Una cosa menos debería ser, en realidad, una parte fundamental de nuestro mantra diario. La vida moderna incita a todo lo contrario, y mantener todos esos lazos se paga, como mínimo, con lo más preciado que tienes: tu atención.