Es el mejor modo de aprender. Clubes de lectura, masterminds, programas comunitarios para la juventud, comunidades, grupos toastmasters… mucha gente se ha dado cuenta de esto. Juntos es la palabra. Y unidos es la otra.
La interacción en un programa reducido de varias horas es mínima, casi inexistente. Se trata de absorber información, en los mejores casos de un modo ameno que elimina las ganas de marcharse y puede, incluso, generar un feedback positivo hacia la formación y la persona que la imparte.
Si te fijas, en la mayor parte de esos casos se te pide que aportes ese feedback de forma inmediata para que el entusiasmo por el buen rato pasado no se desvanezca. Resulta lógico que cuando lo haga, o bien no lo otorgarás o bien será diferente.
En realidad, desde un punto de vista más sosegado resulta bastante ilógico otorgar feedback a un proceso que tiene como finalidad facilitar el aprendizaje sin haber tenido la oportunidad de poner a prueba el aprendizaje adquirido.
En otro extremo, la tasa de abandono en los cursos individuales en línea es superior al 95%. El formato individual y solitario se ha demostrado poco efectivo.
Juntos y unidos es un tema diferente. La interacción abre las puertas a puntos de vista que tardarías semanas, meses o años en descubrir en solitario. Las relaciones son una fuente de incalculable valor motivacional y la comunidad engancha y llama a nuestro sentido de pertenencia.
Sin embargo, juntos y unidos requiere tiempo. Un tiempo que, en realidad, constituye un requisito sine qua non para la práctica y el aprendizaje competencial.
Todo se reduce, al final, a si deseas invertir tu tiempo en aprender. Sin tiempo no deberías molestarte, pero si apuestas por invertir tu tiempo dispones de opciones que te sorprenderán en todos los sentidos. Es la diferencia entre invertir alentados por promesas vacías o invertir en retorno real. Y no lo harás en solitario, lo haremos juntos.