Le damos muy poca importancia a las palabras. Y existe un motivo que lo justifica: tenemos muchas.
Pero cuando miras hacia cualquier lugar tratándolo como una inmensa fuente de aprendizaje… entonces todo cambia.
Solamente es necesaria la actitud de quien sabe que no sabe, y quiere aprender.
Esa actitud es accesible para expertos y aprendices. En contra del pensamiento generalizado, la experiencia también aprende de las dudas de la inexperiencia. Aportan puntos de vista diferentes que le ayudan a replantear, pensar, ordenar, cuestionar o reafirmar.
En todas partes existe algo nuevo, y todo lo nuevo trae aprendizajes.
Y cuando la actitud es esa, cada palabra vale mucho. Cualquiera de ellas puede hacerlo, para quien la está esperando.
La abundancia resta valor, generalmente, a todo lo que la rodea. Por eso mucho menos puede valer mucho más. Porque depende de qué haces con ello.