¿Y para qué más?

Hace ya muchos años, un gran amigo aficionado a las chapuzas mecánicas utilizaba Coca-Cola cada vez que un tornillo se negaba a moverse. Existían productos profesionales, pero el refresco le hacía el apaño para alcanzar el resultado que buscaba. Rociar, esperar unas horas y milagrosamente aquello que antes se negaba ahora se dejaba mover.

En mi trabajo me ha ocurrido en muchas ocasiones. Necesitas producir un resultado y no dispones de los medios más adecuados. Y en esos momentos se dispara la imaginación, rastreas físicamente tu entorno y mentalmente todo aquello que puedes tener a mano, y utilizas las herramientas en que nadie pensaría para conseguir el resultado más inimaginable. Funciona.

Se trata de una situación realmente común entre personas que desarrollan trabajos con un alto componente manual. Es posible que la menor carga cognitiva de la actividad que están llevando a cabo les procure espacio para pensar fuera de la caja cuando se hace necesario.

La cuestión es que necesitas aprender a pensar así. Para tu vida y trabajo, hagas lo que hagas. Un martillo no es para clavar clavos, sino que ha sido concebido para hacerlo. La diferencia mental estratégica entre para qué es y para qué ha sido creado es crucial. Mientras la primera es una percepción mucho más limitante, la segunda muestra una mayor apertura a otros usos. Y si desarrollas esa forma de pensamiento, la de que todo puede servir para cualquier cosa, va a sorprenderte lo difícil que puede resultar quedarte sin recursos.

P.S.: ¡Feliz 2023!