Ha llegado ese momento. Lo sabes, puedes notarlo. Pero siempre existe algo que te frena y aún no has conseguido comprender cómo, después de tantas ocasiones, siempre consigue ganar la batalla y aún permaneces en el punto de partida.
Quizá necesites algunas respuestas para hacerle frente.
¿Qué? ¿Qué quieres cambiar? ¿Qué quieres mejorar? ¿Qué paso te dispones a dar?
¿Para qué? ¿Para qué quieres o necesitas cambiarlo o mejorarlo? ¿Para qué asumir un esfuerzo? ¿Para qué luchar una vez más contra ese muro que no te permite moverte hacia donde quieres?
¿Cómo? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo vencer la condena de la parálisis? ¿Cómo es posible que permitas que este punto te frene si los cómo’s están por todas partes cuando te decides a buscarlos?
Lo cierto es que tienes respuesta para todas tus dudas o sabes dónde encontrarlas, pero no quieres responderlas. Cuando las respondes desaparecen, y cuando lo hacen las disculpas se esfuman con ellas.
Solamente se ganan batallas haciendo movimientos. Y solamente se hacen movimientos cuando dejas de permanecer inmóvil. Las disculpas no son más que eso, y todo el mundo lo sabe.