Se rompe. Cualquier persona soporta un intervalo de tiempo entregando el 100%, incluso el 110%, cuando se le exige. Lo que ocurre es que esos intervalos acostumbran ser cortos.
La exigencia ha aprendido a reforzarse a base de dependencia. Una mayor dependencia se traduce en períodos de exigencia más intensos, o en intervalos de tiempo rindiendo pleitesía mayores.
Pero alguien se ha dado cuenta de algo: el movimiento por exigencia se torna lento y torpe rápidamente y la calidad de cualquier resultado decrece. De ahí, contra la exigencia nace el engaño y éste trata de combatirse con miedo. El presentismo laboral es un gran ejemplo del recorrido que brinda este ciclo.
La fuerza puede ayudar a retornar algo a una posición saludable, en pequeñas dosis discontinuas. Pero si es necesaria constantemente, entonces solamente sirve para tratar de mantener unidos los pedazos de algo que está irremediablemente roto.