¿Qué has hecho ayer que haya resultado verdaderamente significativo para tu vida? ¿Y cuántas otras cosas que consideras irrelevantes?
Si vuelves a hacerte estas preguntas cualquier día de la semana próxima, existen dos factores que podrían facilitar que tus respuestas sean notablemente diferentes en cuanto a la cantidad de cosas que pondrías a un lado y al otro.
El primero, tiene mucho que ver con tu percepción sobre qué valor tiene algo que haces. Actos cotidianos como pasarte por la farmacia a coger esos sobres para tu pareja o hija que se encuentran en casa con gripe, podrían adquirir un tinte muy diferente si te detienes a evaluarlos en perspectiva.
El segundo, con dedicar un momento a reflexionar sobre qué hacer o no hacer. Sobre para qué hacerlo y sobre cuál es el balance entre coste y beneficio. Porque cuando llevas a cabo el ejercicio de elevar en perspectiva qué significado, trascendencia y valor tienen las cosas más pequeñas para ti, es sencillo determinar qué vale más y qué vale menos a poco que le dediques un instante y una pequeña porción de tu atención.
Todo comienza cuando aprendes a evaluar cuánto vale qué para ti. Y sigue cuando aplicas ese aprendizaje cotidianamente para que te ayude a guiar tus pasos. Es todo un reto pero, como ocurre siempre, juntos se consigue más y mejor.