¿Por dónde comenzar?

Tienes un montón de planes. Todo el mundo los tiene.

Comienzas por visualizar. En algunos casos, el placer instantáneo que te proporciona esa visión es más que suficiente para complacerte y terminas, incluso, por olvidarte por completo de ese asunto.

En otros, sigue ahí. Aparece intermitentemente, pero no tener claro cómo iniciar tu camino o no disponer de un mapa de tu realidad actual —y por tanto no saber si existe el espacio para algo nuevo— te invita a aplazarlo una vez más. Una tras otra.

La realidad es que los planes desaparecen o se aplazan ad eternum porque los generas de forma automática pero gestionarlos es algo muy diferente.

Seguirás generándolos. Simplemente aparecen. Puedes disfrutarlos momentáneamente y tratar de acallarlos. Pero si quieres hacer algo más con ellos, aquí.