Es más fácil que algo destaque cuando es único. En el año 2007, mientras los fabricantes de teléfonos móviles mantenían una dura batalla por robarle unas décimas de mercado a su rival, apareció el iPhone.
Sin duda era único, y tuvo la visibilidad suficiente para que todo el mundo supiese que lo era.
Ese segundo ingrediente, el de a visibilidad, resultó ser el oxígeno para que la chispa encendiese. No sirve de nada ser único si nadie sabe que lo eres. Y con ambos, se formó una combinación de la que solamente podía resultar un éxito desmesurado.
Un ingrediente más se basa en ser el mejor aunque, en este caso, acostumbra ser subjetivo. Mientras casi todo el mundo identifica lo único, lo mejor suele variar bastante de unas personas a otras.
Y hay más. Si conoces con qué ingredientes cuentas o puedes llegar a contar, es el momento estratégico de definir tu mezcla. Más sofisticada, mayor número de ingredientes o mayor cantidad de cada uno de ellos es una tendencia natural que apenas funciona.