Una conversación incómoda

Es curioso cómo la conversación incómoda prácticamente nunca llega a producirse. Si te fijas, la mayor parte de las que se producen son cómodas y, en un muy pequeño porcentaje, las muy incómodas.

Aún a sabiendas de que las consecuencias serán terribles en la práctica totalidad de ocasiones, cuando simplemente es incómoda se evita, se ignora o se posterga. Da igual que sea interna o externa, se evita.

Las personas que resuelven problemas son aquellas que han asumido que las conversaciones incómodas son necesarias. Las afrontan cuando detectan que aparecen y rara vez permiten que un problema se convierta en un gran problema.

Si permites que la basura se acumule, solamente pueden ocurrir dos cosas. Que termine sepultándote, o que te convierta en la víctima que simplemente observa lo que ocurre sin hacer nada para cambiarlo. Suelen ocurrir ambas, al mismo tiempo.

Nunca es tarde para convertirse en uno de esos tipos de persona que pone la batidora en la cocina si se la encuentra en el baño. Una de esas que no permite que todo se vaya acumulando hasta el extremo de tener que ir a ducharse al gimnasio.

Seguro que tienes pendiente iniciar alguna conversación incómoda. Puedes comenzar por ahí.