Hablando en términos formativos o educativos, podría ser casi cualquier cosa.
Cualquier persona podría diseñar y poner en marcha un taller, y de hecho lo hacen. Los hay de todos los tipos y colores.
Una búsqueda en la Red puede devolverte resultados como este: Los talleres formativos tienen como finalidad el aprendizaje de habilidades y capacidades en áreas concretas, tanto a nivel intrapersonal como interpersonal. El enfoque es eminentemente práctico, siendo la manera más efectiva de aprender a través de la experiencia. (fuente)
El curso tradicional ha dejado paso a los talleres, justificando el baile terminológico en ese enfoque práctico para aprender a través de la experiencia. Es decir, dicho mal y pronto, en el curso fundamentalmente atiendes y/o estudias mientras que en el taller te manchas las manos.
Hablando de trabajo competencial tiene mucho sentido, y la mayor parte de personas ya se han dado cuenta. En el ámbito de la efectividad personal y organizativa, por supuesto, tiene todo el sentido del mundo. Lo que ocurre es que, en este ámbito, el acompañamiento es, cuando existe, muy limitado. Y la práctica, generalmente, individual y en solitario.
En varias semanas se publicará mi libro, y con su llegada comenzaré a ofrecer formación y talleres. Me he debatido entre variables hasta darme cuenta de que no tengo por qué elegir.
Desde un punto de vista comercial, es posible que el curso sea más atractivo para un tipo de cliente mayoritario. Menor inversión en tiempo y recursos por su parte, visto y no visto. Algo útil, rápido y sencillo que pueda ser capaz de resolver un problema y generar un retorno a la inversión.
Pero un taller puede ser otra cosa. Por supuesto requiere de una implicación a otro nivel, aunque no me cabe la menor duda de que los resultados que se obtienen también son muy diferentes. Bloques de teoría aplicable de forma inmediata, e inmediata aplicación. Y más bloques, y más práctica. Y de nuevo. Súmale retos y desafíos ágiles de forma individual y colectiva, reuniones, feedback de ida y vuelta… y con esa interacción y práctica sostenidas durante un tiempo tendrás el taller que yo siempre soñé hacer, y que voy a impartir. Cuatro semanas de compromiso, implicación y trabajo difícil para forzar el aprendizaje que, de otro modo, requeriría años de prueba y error.
Si en este momento no has pegado un salto de tu silla preguntándote cómo y cuándo podrás inscribirte, posiblemente no sea para ti. Pero si lo has hecho, no te vayas lejos. Será una experiencia en todos los sentidos, y está a la vuelta de la esquina.