Un cliente es un punto en una red de la que, en la mayor parte de ocasiones, desconoces alcance y dimensiones.
En ocasiones se le puede atar. Se puede asegurar no dejarle alternativas, o tratar de establecer un vínculo de dependencia para retenerle, al menos, a corto plazo.
Pero del mismo modo que su satisfacción podría convertirle en un evangelizador de tu marca, su insatisfacción puede convertirle en todo lo contrario. Aunque no se marche.
Y, casi siempre, toda la red de la que forma parte importa más que un simple punto. Sea como sea de grande el punto. Para bien y para mal.