Todo el mundo la necesita. La necesitas para comprender, para emocionarte, para comprar, para recordar o para venderte. En realidad, la necesitas para todo.
Recibes historias a diario que consiguen llamar tu atención, que se graban en tu mente y que, en ocasiones, llegas a hacer tuyas. Y también puedes poner historias en el mundo para que otras personas las disfruten.
Si creas al menos una buena, lo tienes hecho. Una buena historia no se olvida.