En ocasiones, existe algo que sabes que debes hacer pero no te apetece hacerlo. En otras hay algo que quieres hacer, pero temes afrontar las consecuencias que se produzcan. Miedos. Lo seguro es permitir que todo siga rodando, sin que apenas se note que estás ahí. Pero si haces eso nada cambia. O sí que cambia, aunque no te des cuenta hasta que sea tarde.
Ayer ha sido 1 de septiembre de 2022, un día especial para mí. Ha dado comienzo la segunda temporada de Medianoche, aunque la primera ha sido corta. Y una vez más, en cierto modo, me enfrento a un nuevo inicio.
He llegado a un punto de inflexión. Todo ha explotado, en parte porque tenía que hacerlo y en parte porque he permitido que lo haga. No sé en qué medida cada uno de esos ingredientes participa del resultado que se ha producido, pero sí sé que, sin querer, deseaba que ocurriese.
Todo lo que ves y te ocurre, desde que comienzas a tener uso de razón, condiciona y va modelando quién eres y serás. Y, por tanto, cómo te comportas y comportarás.
Durante muchos años viendo cómo mis padres gestionaban sus pequeños negocios, aprendí mucho sobre el esfuerzo, el sacrificio, y la disciplina. También sobre la minuciosidad.
Hoy, muchos años después, no creo que estos factores sean premisas imprescindibles para obtener un cierto grado de éxito en algo, pero sí creo creo que son determinantes. Y puedo ver cómo cotidianamente se ven relegados a posiciones secundarias. Con demasiada frecuencia.
Desde que me introduje de un modo relativamente serio y estable en el mundo laboral, mi ocupación principal ha sido la misma durante 25 años. Es tiempo suficiente para que demasiadas cosas hayan cambiado. Y lo han hecho de un modo profundo.
Tiempo atrás, el entorno era diferente. El trabajo que desarrollaba era, en cierto modo, diferente. Y, sobre todo, yo era muy diferente. Hace bastante tiempo que me he dado cuenta de esto y, sin embargo, hace más aún que debiera haberlo hecho. Y hace bastante tiempo que debiera haber hecho algo al respecto, y sin embargo tampoco lo he hecho.
En ocasiones, no te das cuenta de algo. En otras, aunque te la das, tus miedos se encargan de barrerlo bajo la alfombra. Y esos mismos miedos pueden, incluso, paralizarte en el momento en que te das cuenta que bajo la alfombra ya no queda espacio.
En algún momento del pasado, llegó un punto en mi vida en que fui consciente de que necesitaba ayuda. Mientras mis responsabilidades (de todo tipo, no solamente en el área laboral) no dejaban de crecer, mis fuerzas para lidiar con todas ellas se extinguían. Cada vez era más evidente que necesitaba aprender a hacer las cosas de otro modo.
Y fue en ese momento, buscando soluciones y tras varios intentos con resultados irregulares, cuando llegué a GTD. No voy a engañarte, no comencé del modo más ortodoxo. Leí bastante antes de ponerme en marcha. Pero después, una vez lo hice, cometí errores capitales. Algunos porque no había comprendido bien la metodología, y otros porque realmente me incomodaba lo que GTD proponía. Así que, como casi todo el mundo en sus comienzos, traté de adaptarla a mis necesidades particulares.
Por supuesto hoy me doy cuenta de la gran cantidad de barbaries cometidas, pero en aquel momento no lo hacía. Aún así, noté una cierta mejora y eso me ayudó temporalmente. Pero el momento que realmente marcó un antes y un después fue pocos meses después.
Sabía que aquello no terminaba de funcionar del todo. Podría haber tomado la decisión de conformarme con lo que había, o de directamente ir en busca de la next big thing. Pero no lo hice.
Asumí que estaba haciendo determinadas cosas de un modo diferente a lo que GTD proponía. Las que sabía, porque de otras muchas aún no era consciente. Y tomé la decisión de seguir investigando, y de poner toda la carne en el asador para hacer lo que GTD decía que tenía que hacer, y del modo que GTD decía que tenía que hacerlo.
Y ése fue el día en que realmente se inició un camino sin retorno.
A partir de ese momento sucedieron muchas cosas. Descubrí la comunidad de Aprendiendo GTD, que tanto me ha dado. Descubrí lo que desarrollar una competencia como la efectividad personal podía hacer por mí. Y descubrí, a nivel puramente amateur, una de mis grandes pasiones: compartir, interactuar, ayudar, buscar soluciones y mentorizar —si puede llamarse así— en ese ámbito de la efectividad personal.
Mi predisposición al aprendizaje en este campo es total. Me entusiasma, me gusta leer al respecto, experimentar, buscar inconsistencias y llevar mis aprendizajes al límite como una forma más de aprendizaje a través de la experiencia. Me gusta poder ratificar en primera persona aquello que dicen, o poder rebatirlo con conocimiento de causa cuando es posible.
Y llegó un día en que sí hice algo. Me comprometí. Una alternativa se presentó ante mí y la tomé. Llegué a iniciar un itinerario formativo como trainer en GTD. Tuve la oportunidad de acceder a materiales de diferentes niveles, algo que también contribuyó a saciar mis ansias de consumir, descubrir y experimentar, de ir más allá de lo que el guión exigía de mí, por pura satisfacción personal.
Llegué a conocer a personas fantásticas y con grandes conocimientos, tanto dentro de España como fuera, algo increíblemente enriquecedor y motivador.
En estos momentos era plenamente consciente de que mi ocupación laboral principal había dejado de ser atractiva para mí. Tras muchos años, y tras muchos cambios internos y externos, no me entusiasmaba en absoluto pensar en continuar un buen puñado de años más haciendo lo mismo. Y me había puesto en marcha para hacer algo al respecto.
Lo que pasó, pasó fundamentalmente porque los aprendizajes que un día me ayudaron a desarrollar mi trabajo de un modo más efectivo, a maximizar la calidad de mis decisiones y trabajo en el plano físico, y a poder hacerlo además sin morir en el intento, también me abrieron las puertas a algo más. Me abrieron las puertas a descubrirme de un modo diferente, a valorar y trabajar la introspección. A reflexionar sobre qué quería, qué me llenaba y me satisfacía hacer, y qué cosas me hacían sentir que estaba aportando algo al mundo. Descubrí que el esfuerzo, el sacrificio, y la disciplina necesitaban dirección para formar un todo con sentido.
En cierto modo, es irónico que aquello en que busqué salvación me haya llevado por caminos tan insospechados. Pretendía mejorar mi gestión en áreas concretas, para terminar descubriendo que, en algunas de ellas, en absoluto me entusiasma mantenerme ahí.
Hubo un día en que vencí mis miedos y busqué la alternativa. Pero lamentablemente, tiempo más tarde descubrí que había optado por una alternativa incorrecta.
Así que un soleado día 1 de septiembre de 2020 renuncié a esa reluciente alternativa laboral, y regresé a la casilla de salida. Tras dos años, he tenido mucho tiempo para reflexionar. Sobre todo. Sobre qué hago, sobre qué pienso, sobre qué quiero, y sobre qué puedo permitirme.
Durante este tiempo, he querido escribir un blog que no te resuelva problemas, sino que te los cree, para que aprendas a reflexionar y enfrentarte a ellos. Poca gente lo leerá y sin embargo siempre estará ahí. Lo seguiré haciendo.
He querido grabar un podcast que tenga poco o nada que ver con un podcast. Que no sirva para ser escuchado mientras haces otras cosas, porque necesitará de tu atención plena y en exclusiva si quieres comprender qué te estoy diciendo. Que tenga la duración que necesite tener sin importar cuál sería la recomendable, y que se publique en el momento que he pensado que debería publicarse, independientemente de que sea el peor desde un punto de vista comercial o estratégico. Está ahí para todo el mundo, aunque jamás llegue a lo más alto de ninguna lista. Y también lo seguiré haciendo.
Y ahora, quiero formar parte de ese proceso transformador en la vida de una persona. Cosas que le ocurren cuando aprende a conocerse mejor, y cuando aprende estrategias que le permitan alinear su vida con todo aquello que le importa. Desde lo más alto hasta lo más bajo y viceversa.
Y también voy a hacerlo. A mi modo. De un modo diferente, con un coste diferente y con unos resultados, con total seguridad, diferentes también. Del modo en que presuntamente no podría hacerse, sería desaconsejable hacerlo, o cuanto menos francamente difícil que de sus frutos. Porque hacerlo difícil no solamente es difícil. Es instructivo y constructivo. Y es un reto.
Así que estoy escribiendo un libro, y preparando una página web donde podrás acceder a todos los servicios que voy a ofrecer: consultoría, formación, o grupos mastermind reducidos con mi participación, entre otras cosas. Estará disponible antes de fin de año.
Y para el futuro también me reservo algunas sorpresas. Algunos proyectos que incluyen, también, a otras personas. Hay mucho que puede hacerse en materia de efectividad personal y organizativa, y puedo aportar. Creo que sería egoísta no hacerlo y, al mismo tiempo, siendo egoísta es lo que quiero hacer.