La queja

La gente se queja, todo el mundo.

El trabajador por cuenta propia lo hace porque no tiene vacaciones, y el trabajador por cuenta ajena porque tiene menos de las que querría.

Quien vota se queja porque su voto no ha resultado ganador y quien no vota se queja por no haber podido/querido hacerlo. Quien no ha votado al partido que gobierna, por su pésima gestión. Y quien sí le ha votado, por lo mismo.

Las personas que siguen a un equipo de futbol se quejan por ese injusto penalti contra su equipo, las que siguen a su rival porque no se ha mostrado la tarjeta roja.

Quien gana poco dinero, porque querría ganar más. Y quien gana más, por el mismo motivo.

Las personas que no tienen lo que quieren se quejan por no tenerlo, y las que sí lo tienen… bueno, ¿quién tiene todo lo que quiere?

La queja es el antídoto contra una actitud pasiva que corroe tu mente. Tan útil para olvidar como inútil para avanzar. Tan adictiva como perjudicial.

Piensa qué quieres, dónde estás y hacia dónde moverte. Y ponte en marcha. Eso sí sirve: acción en lugar de distracción.