Abrir una vía

El esfuerzo ahora se centra en abrir una vía. Al menos una.

Y no es una tarea sencilla. Años atrás, en tiempos de inocencia, era sencillo llegar a las personas. Simplemente te abrías a ellas, mostrabas lo que podías aportar —honesta o deshonestamente— y aquellas interesadas te abrían sus brazos.

Lo que ha ocurrido con el tiempo es que la inocencia se ha perdido. Las malas experiencias dejan una huella imborrable y el espíritu de supervivencia hace el resto. Las ofertas deshonestas han cerrado las puertas.

Así que hoy, presentar qué puedes ofrecer es solamente el comienzo de un duro trabajo. Los brazos están cerrados y amarrados, tensos, y se muestran reacios a abrirse de nuevo.

Antes de vender cualquier cosa necesitarás vender honestidad. Y venderla bien.