Acabas de leer un artículo. Y justo ahora que acabas de hacerlo, podrías tener una de estas dos sensaciones:
- Sí, está claro
- No, no tengo demasiado claro qué ha querido decirme esta persona
Cuando alguien [dice, escribe, graba, filma] algo, siempre existe una intencionalidad detrás. De lo contrario, se ahorraría hacerlo.
La más pura, aquella que en la mayor parte de ocasiones puede aportar valor, se basa en que tiene algo que decir. Y como tiene algo que decir, lo dice. Considera importante decirlo y lo entrega, para quien quiera que sea que esté esperando al otro lado.
Pero existen muchas otras opciones. Simplemente entrega porque cada viernes entrega, graba porque cada sábado publica un podcast, o dice porque el resto lo hacen y no quiere quedarse al margen. Entrega por inercia y porque es lo que se espera que haga. Pero no tiene nada realmente importante que decir.
Y cuando no existe algo importante que decir, generalmente nada importante se dice. En estas situaciones, es habitual ver cómo se teje en círculo para terminar donde se ha comenzado, se hacen malabares lingüísticos para convertir en libro lo que podría haber sido un tweet, o se hacen afirmaciones polémicas para eliminar los sinsabores.
Tu tiempo y atención son valiosos y la información excesiva. Existe mucha gente que tiene algo importante que decir, y mucha más que dice demasiado prescindible. El valor es claro, el resto es ruido, y conseguir encontrar a quien tiene algo valioso que decir se está convirtiendo es un noble arte.