Ruido es ruido

Interno. Externo. Ruido. Todo produce el mismo resultado, aunque parta de fuentes diferentes.

Algunas personas necesitan de la calma de una biblioteca, o de su casa vacía, para concentrarse en lo que hacen y en sus propios pensamientos. En cambio otras, son capaces de hacerlo en un ambiente ruidoso, en una mesa en medio de una cafetería agitada o en un parque muy transitado.

En ambos casos, un aspecto determinante no consiste en la existencia del ruido. Consiste en nuestra capacidad para aislar en gran medida nuestra atención del mismo.

Sin esa capacidad, el entorno más tranquilo puede resultar ruidoso en exceso para nuestra mente, porque no todo el ruido proviene de fuentes externas. Con ella, incluso en entornos relativamente hostiles podríamos adaptarnos y conseguir nuestro objetivo.

Entonces, nuestra capacidad para monitorizar el entorno con un mínimo grado de consumo energético y un mínimo grado de atención, que no nos saque de nuestro estado o nos permita regresar rápidamente a él, es muy importante. Sin embargo, no lo es todo. Incluso lo prácticamente ilimitado tiene límites.

Es entonces donde nuestra capacidad para elegir el entorno más adecuado entra en juego.

Y es que quien consigue concentrarse sin ningún tipo de problema en una cafetería agitada puede solamente hacerlo hasta un punto. Porque si la gente comienza a hablar más y más alto, y más y más alto, y más y más alto aún… llegará un momento en que esa fuente externa captará su atención, reclamándola de donde está puesta ahora mismo.

Si sus pensamientos incontrolados abarrotan su mente y claman de forma constante por salir, llaman su atención de forma continua porque necesitan decir algo que no está queriendo escuchar, llegará un momento en que esa fuente interna captará su atención, reclamándola de donde está puesta ahora mismo.

Ruido es ruido. Y la atención es frágil. La habilidad de adaptarte al entorno, de validarlo, de confirmarlo como seguro y de monitorizarlo con un mínimo coste para mantener tu atención donde quieras que es esté, debe necesariamente combinarse con la habilidad para eliminar todo el ruido innecesario. Y es en ese equilibrio donde tu atención puede, en cierto modo, ser controlada. Ahí está la zona que te ayudará a maximizar tu capacidad para mantener tu atención donde realmente quieres que se mantenga.