Organizarte es un comienzo que lo pone en marcha todo. Organizarte de un modo adecuado, no de cualquier modo. Te ayuda a ser consciente de todo lo que la vida, las personas y tu propia mente ponen delante de ti.
No es extraño que a muchas personas esto les agobie. Es mucho más cómodo vivir en la ignorancia y atender lo que llegue según llegue, sin ser consciente del resto. Porque si haces esto, cuando llega mucho es fácil decir que es demasiado y culpar a la vida, a las personas, o a tu propia mente de todo lo que están trayendo a la vez.
Pero cuando te organizas de un modo adecuado y eres consciente de todo lo que quieres hacer, de todo lo que tienes que hacer, de todo lo que necesitas hacer, es mucho más difícil escurrir el bulto. Puedes mover el culo o no moverlo. Pero no existe el nadie me avisó de esto. Pasa a formar parte de tu responsabilidad.
Resulta realmente irónico que mucha gente se refiera a GTD® —y no solamente a GTD® sino al mero hecho de organizarse en general— como algo estricto, limitante, que coarta tu libertad. Y en mi opinión, esa forma de pensar parte de que existe un concepto generalizado realmente equivocado de qué supone realmente organizarte. Y de qué es libertad.
Porque tu propio ego, tu propia dejadez, tu propia pereza, tu propio miedo, tu propia ignorancia, tu propia falta de compromiso, también son cárceles que te mantienen lejos de aquello que quieres. ¿No?
Si tomas la decisión de organizarte, si tomas la decisión de levantarte cada día para salir a correr, si tomas la decisión de estudiar cada día aunque tengas que hacer malabares con tus actuales compromisos para poder hacerlo, estás en cierto sentido limitando en algún aspecto tu libertad. Y sin embargo lo estás haciendo en el ejercicio de tu propia libertad. Porque sin libertad no hay decisión. No hay opciones. No hay alternativas.
¿Quieres adelgazar? ¿Aprender algo? ¿Quieres mejorar en algo?
Lo realmente difícil no es darte cuenta de que quieres. Lo realmente difícil es superar escalones, uno tras otro. El primero es importante, pero ese simplemente comienza está sobrevalorado. El segundo también cuesta, y el tercero… y aunque llegará un momento en que cueste menos, ocurre mucho después.
Y para que eso ocurra, de entre todo lo que necesitas hay algo que es absolutamente vital. Disciplina. Y la disciplina, que se percibe como la antítesis de la libertad es, en realidad, una de las máximas expresiones de libertad. Porque facilita que consigas aquello que has decidido que quieres. Facilita que lo consigas apoyándote frente a las adversidades externas y ayudándote a combatir las internas.
Y todos estos aspectos, definir qué quieres, definir qué paso puedes dar para acercarte a ello, la toma de decisiones, sellar compromisos, incluso crear un entorno que facilite la disciplina, guardan relación de un modo u otro con la organización.
Un camino en que, de forma natural, mientras te organizas se produce un cambio de pensamiento, que facilita un cambio de comportamiento, que influye en cómo te organizas, que de nuevo facilita que tu forma de pensar evolucione. Y después tu forma de comportarte, de organizarte, y el ciclo se renueva. Una y otra vez.