Una de las acepciones de la R.A.E. para el término autoridad: Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.
Legitimidad, calidad, competencia. No es de extrañar que opinar diferente a quien ostente esa autoridad sea algo a evitar.
Es más fácil opinar cuando crees que nadie va a cuestionarte. Al menos cuando crees que tu poder de convicción está a la par —o por encima— del de quien pudiera hacerlo. Lo contrario es jugar con fuego.
Los grandes avances y descubrimientos nacen de cuestionar lo incuestionable. De desafiar a ese tipo de autoridad. De ganarte tu propia autoridad, o de facilitar que quien se la ha ganado demuestre merecerla.
Opinar lo que todo el mundo opina o apoyar lo que todo el mundo apoya es poco más que nada. Arriesgar y responsabilizarse es lo que suma.