Se queda obsoleto. Incluso para muchos trabajos manuales. El tiempo mide inversión y ha dejado de medir valor. Apenas quedan actividades en el mundo que una mente ingeniosa, una serie de habilidades bien desarrolladas, o ambas, no puedan transformar.
Puedes pagar para que transcriban un documento a formato digital, y un precio/hora más elevado suponer un coste económico más reducido para ti, dependiendo de quién y cómo lo haga.
O puedes confiar en un taller mecánico cuyo precio/hora esté muy por encima de la media de mercado, y sin embargo recibir tu vehículo reparado más rápido y a cambio de menos dinero que si lo repara otro que ha fijado un precio/hora mucho más reducido.
Incluso, puedes enfrentarte a un cambio de caldera en tu edificio, tras la desesperación que genera que tres docenas de viviendas lleven varios días sin agua caliente ni calefacción, y que de repente alguien le de una segunda vida con apenas un cuarto de giro de tuerca. Solamente porque esa es la persona que sabe qué produce el problema, qué tuerca es necesario girar, y además cuánto exactamente debe girarse.
Con el cambio de juego, tiempo y valor se han desligado. El valor vale, el tiempo solamente cuenta.