¿Qué ocurre cuando reúnes a una buena cantidad de personas en un mismo lugar para llevar a cabo reuniones regulares donde enfrenten sus dudas, hablen abierta y públicamente sobre qué hacen, u ofrezcan feedback y ayuda al resto?
Lo que ocurre es que, en general y para la mayoría, pasa un tiempo hasta que confían en ese entorno como zona segura. Es algo que ocurre poco a poco, si el entorno es favorable.
¿Y si a todo ese grupo de personas lo divides en ocho o diez grupos más reducidos para hacer lo mismo?
El proceso se acelera, porque la zona se reduce mucho y se asegura con mayor facilidad y rapidez.
¿Y si habiendo dividido el grupo completo en ocho o diez grupos mas reducidos, en cada reunión mezclas aleatoriamente a todos sus miembros?
Resulta que ahora la zona ha sido reducida pero es cambiante, y lo que ganas asegurándola en cada reunión parece desaparecer —al menos parcialmente— para la próxima. Si no todos, muchos de los miembros de tu nuevo grupo en cada reunión serán diferentes y desconocidos.
Pero hay más.
La incertidumbre a la que te enfrentas en cada nueva reunión es un entreno, y tu capacidad para afrontarla con un cierto grado de seguridad se va ampliando más y más a cada nueva reunión, si las experiencias previas han sido satisfactorias.
Un entreno que puede cambiar profundamente el modo en que te comportas. Y el modo en que el resto te percibe y se comporta contigo.