Dos alternativas: inicio o mejora.
Comenzar desde cero con algo totalmente nuevo es tentador. Es fácil depositar esperanzas en que eso destacará, supondrá un antes y un después, será lo que viene a cambiar las reglas del juego.
Centrarte en algo que ya está ahí y admite margen de mejora es mucho menos atractivo. El aliciente de la novedad desaparece y las esperanzas en que pulir este o aquel aspecto disparará sus posibilidades son mucho más reducidas.
Casi todo el mundo prefiere la ilusión ilimitada de la novedad.
Y sin embargo, generalmente los mayores beneficios se esconden tras el pulido de detalles.