Generalmente lo que se encuentra en equilibrio funciona mejor.
En casi cualquier aspecto que se te ocurra, casi nunca destacar en exceso en algo muy concreto dejando de lado el resto te convierte en la mejor opción —ni siquiera en una muy buena— si no existe otra parte que te complemente y equilibre, al menos hasta cierto punto.
El camino hacia el equilibrio está plagado de obstáculos.
Te ha ocurrido, como a todo el mundo. Te obcecas con algo y te involucras hasta lo más profundo, olvidándote por completo del resto del mundo. Y otras partes sufren a causa de tu falta de atención.
Es imposible equilibrar cuando no eres capaz de ver más allá de dos palmos de tus propias retinas. El primer paso para alcanzar el equilibrio siempre ha sido, es, y será el mismo. Observar desde la lejanía para detectar excesos y carencias.