Cuando te expresas de forma pública —ya sea a través de un blog, de un podcast, de vídeo, de una charla o de una intervención cualquiera en comunidad— entregas un mensaje que puede ser malinterpretado.
Las versiones en paralelo con pequeñas variaciones se convierten después en versiones cruzadas con grandes variaciones, si tu mensaje ha llegado al número suficiente de personas. Y no todo tiene que ver con el modo en que te expresas.
Hacerlo con claridad no evita que esto ocurra. En ocasiones podría parecer que sí lo hace, pero simplemente ocurre en aquellos casos de mensajes que no despiertan suficiente interés. Aquellos demasiado simples o complejos, que pasan inadvertidos.
En el resto de ocasiones, tu mensaje se evaluará, se cruzará, se verá alterado o tergiversado, y se malinterpretará. La atención tiene un coste, el privilegio de la interpretación.
No lo lamentes, celébralo. El camino hacia su significado no es recto, hay curvas. Transmitir no es un acto instantáneo, es un proceso de guía. La atención está ahí, sírvete de ella para reconducir. Reincide, repite, guía.