Te acercas con un pequeño paso. Y luego otro. Y uno más. La meta se alcanza con movimiento recurrente. Hoy, y mañana, y pasado mañana.
Lo realmente necesario es querer. No se trata de preguntarte si quieres y responder afirmativamente. Ese tipo de respuestas afirmativas no son fin de nada, son comienzo de algo. La respuesta afirmativa real se esconde tras el acto cotidiano que genera.
No pides confianza, demuestras que es seguro confiar. Puedes pedir favores, pero es muchísimo mejor demostrar que los mereces. Ni pides credibilidad, la creas cada día. Nada importante se dice, se hace.
Hay personas que sacrifican su mes de vacaciones —o su vida— para irse al otro extremo del mundo a luchar y cooperar por lo que creen, porque quieren. Otras consiguen abandonar fuertes adicciones, porque quieren. Las hay que pasan la noche en una furgoneta para dar una charla sobre algo en lo que creen, porque quieren. Incluso algunas se enfrentan a su familia o amigos, porque quieren defender aquello en lo creen. Todas lo hacen porque quieren, y sabes que quieren porque lo hacen. Sí solamente marca un inicio.
Y tú, ¿realmente quieres adelgazar y no eres capaz de levantarte del sofá para pasar 90′ en un gimnasio a tres manzanas de tu casa, o mantener una dieta saludable más allá de una semana?
No te creo. No hay nada roto en tu interior, no eres menos que nadie, y no conseguirás nada compadeciéndote. No quieres. Cuando quieres, no son necesarios los síes diarios. Uno basta para comenzar a avanzar hacia tu meta.
P.S.: Mi regalo de Reyes, un poco de incomodidad. No parece gran cosa, pero podría serlo. Depende de ti.