Te levantas de la cama, amanece, y parece que no lo ha hecho. El día está lúgubre, pesado. Llueve. No apetece hacer nada, volverías a la cama.
Te levantas de la cama, amanece, y los primeros rayos de sol se comportan como una batería de gran capacidad y potencia. Tienes prisa por desayunar, prepararte, y salir a la calle a respirar aire puro de camino al trabajo.
Por mucho que quieras, hay factores que no puedes cambiar. Quizá puedas cambiar parcialmente el impacto que causan en ti, pero tu control sobre ese aspecto es limitado.
Sin embargo, puedes cambiar tu desayuno. Puedes variar tu ruta de camino al trabajo para ver gente apasionada por dar el pistoletazo de salida al nuevo día que comienza. Incluso puedes levantarte un poco antes para hacer algo de ejercicio, o dar un paseo.
En ocasiones, lo que se percibe más pequeño genera resultados inesperados. Quizá no lo sepas si no pruebas. Nunca, jamás, algo que impacte positivamente en tu actitud merecerá ser ignorado.