Piensa, o no pienses…

Es decir, si quieres.

Si quieres pensar piensa, y si no quieres hacerlo no lo hagas. Pero esta es una de esas situaciones en que estar a medio camino aporta poco y resta mucho. Si quieres pensar, piensa bien. No te quedes a medias, no divagues, no pierdas el tiempo para no llegar a nada. Y si no quieres pensar, pues déjalo y vive feliz.

Un ejemplo:

¿Te atrae el mundo de las herramientas? El hardware, el software… un teléfono nuevo, un portátil nuevo, una plataforma nueva. Una aplicación para según qué y un eterno debate sobre qué es mejor que el resto. Y por supuesto, decenas y decenas de horas de invertidas en cambios y pruebas para llegar a unos resultados lastimosos.

Cuando crees que has encontrado una mina, tres meses bastan para demostrarte —casi siempre— que era poco más que la emoción del momento.

Pero también puedes hacerlo bien. Las retrospectivas son valiosas, te permiten ver tu camino lejos de esas emociones pasajeras.