Las cosas por su nombre

Es realmente importante llamar a las cosas por su nombre. Hay dos partes:

Parte A. Lo que debes hacer, debes hacerlo. No es me gustaría, ni podría tener que, ni siquiera es necesito. Es debo hacerlo. Y eso implica que darle vueltas una y otra vez es malgastar tiempo y energía que podrías invertir haciendo. Ponerle nombre a cada cosa que entra en tu vida es la parte más dura y fructífera de tu trabajo.

Parte B. Las cosas cambian. Lo que es un debo hoy, puedes no serlo mañana si aún no está hecho. Esto trae al juego una necesidad. Taxonomía y terminología en tu vida deben estar actualizadas, y para ello debes conseguir desarrollar y mantener en marcha un radar de bajo consumo que las supervise. Si la cosa cambia, su nombre debe cambiar con ella.

Su nombre define su significado. Sin una definición clara los significados son difusos, y de ellos parten elecciones incorrectas y preguntas infinitas.