Resulta curioso ver a las personas rebelándose contra circunstancias que no pueden cambiar.
Sin embargo, esas mismas personas corren cuando tienen prisa, se abrigan cuando hace frío, o cogen un paraguas cuando llueve. Tienen perfectamente claro que, en caso contrario, llegarán tarde, padecerán el frío o se mojarán. No tratan de detener el tiempo, imponer una cierta temperatura o detener la lluvia.
Tienen claro hasta dónde llega su poder de influencia en determinados ámbitos, y se adaptan. Hacen lo que pueden hacer para minorar el impacto de esas circunstancias externas y avanzar, aún teniendo que padecerlas.
Comienza por analizar qué puedes cambiar y qué no. Invertir en lo invariable es mala inversión.