El temporal es un factor que todo el mundo tiene en cuenta. Es lógico, porque en ocasiones llegar tarde supone la ruptura de un compromiso importante y tiene consecuencias nefastas.
Relacionados, existen otro par de factores necesarios a tener en cuenta: flexibilidad e inflexibilidad.
Si tienes que comprar pan para la comida de hoy, puedes comprarlo en cualquier momento antes de la comida. Pero si tienes una reunión en el centro a las 12:00 horas, las 11:30 puede ser tarde para salir a coger el metro pero temprano para coger un taxi. Y las 11:45 sería definitivamente tarde.
En la mayor parte de ocasiones tienes opciones y son diferentes. No solamente en cómo se ven o sienten, sino también en cómo se prevén y anticipan. Y cada una de ellas admite márgenes de error diferentes también.
He observado que, si bien a las personas se nos da bien tener en cuenta los plazos, se nos da mal aprovechar la ventaja de la flexibilidad cuando es posible. La buscamos cuando no existe, y sin embargo somos inflexibles cuando no se requiere. O cesamos en el análisis por la carga que supone para nosotros, en pro de la opción rápida y sencilla. Y eso nos lleva a cumplir con compromisos que no existen, y a faltar a compromisos que sí lo hacen.
Ambas son un regalo. La flexibilidad por la libertad que aporta, y la inflexibilidad por la carga que elimina.