El plan de emergencia por si falla el plan de seguridad del primer plan

Tienes el plan de emergencia por si falla el plan de seguridad del primer plan que has hecho. Te ha costado definir tantas variables, pero por fin puedes respirar con tranquilidad. Todo controlado.

Sin embargo, de repente ocurre algo. Apenas has iniciado camino y ocurre algo que no es un algo cualquiera. Es un algo que no contemplaste en tus planes. Tu primer plan está K.O., tu plan de seguridad también y de tu plan de emergencia, con suerte, quizá puedas aprovechar parte. Es necesario planificar de nuevo, no puedes andar por la vida a lo loco. Como mínimo, un par de opciones por si los imprevistos. Y el círculo arranca de nuevo.

¿Te resulta familiar?

No hay nada de malo en tener un plan. Planes que cumplen un cometido, que aportan un valor real más allá de su validez futura. Sin embargo, hay planes que puedes hacer —y probablemente haces— que no te benefician en absoluto. Y el punto en que se encuentra la línea que separa lo que te beneficia de lo que no, podría encontrase en cualquier lugar de un amplísimo mundo repleto de posibilidades.

En un entorno estable es relativamente sencillo planificar con sentido. En uno inestable, el beneficio que aporta planificar es otro muy diferente. Y luego está el factor temporalidad.

Tu yo de ayer es ignorante. De hecho, en ocasiones tu yo de hace dos horas también lo es. Acumula menos experiencia, dispone de menos información, hace conjeturas que treinta minutos después pueden haberse quedado obsoletas. No sabía que hace escasos cinco minutos ocurriría lo que ha ocurrido, ni sabía dónde o a qué circunstancias eso te conduciría.

La alternativa a vivir haciendo planes, es vivir moviendo cosas que revelen planes. Un cambio de mindset. Intercambiar un enfoque obsoleto protagonizado por resultado y diseño de ruta completa, por uno protagonizado por resultado y diseño de paso inminente. Prueba/error/corrección. Avance y recálculo. Necesitas práctica en esa particular forma de moverte por la —tu— vida. Solamente así estarás preparado para todo y avanzarás en paz. Porque todo es realmente lo que puede ocurrir. Cualquier cosa.

En muchas ocasiones los mejores planes se revelan solos ante ti cuando caminas en modo receptivo. Sin embargo, cuando diseñas ese tipo de planes inútiles tus sentidos se vuelven torpes y poco receptivos, porque están enfocados en atender a una ruta ya diseñada. Nada nuevo se revela ante ti porque te has encargado de no necesitarlo.

Tu experiencia actual, la información de que dispones en este mismo instante, es tu mejor aliada para definir tu próximo paso. Qué va ahora. Ese y no otro es tu mejor plan por el momento. Permite que el entorno se mueva, observa, mantente receptivo a lo que te revele. Lo hará, quieras o no, lo escuches o no. Aprovéchalo, trabaja con el cambio en lugar de en contra de él. ¿Qué sentido tiene —generalmente— disponer del plan de emergencia por si falla el plan de seguridad del primer plan que has hecho, si ninguno va servirte?