El tiempo se ha encargado de demostrarme que, en términos generales, el enemigo nº1 de la persona organizada es la sobre-organización. No las interrupciones, no el freno complaciente e inocente a la hora de decir no, ni siquiera la omnipresente tendencia a dejarse llevar por lo último o más ruidoso. Cuando hablamos de personas que ya conocen el mundo de la efectividad y trabajan por mejorarla, es la sobre-organización.
Es sorprendente la cantidad de personas, incluso expertas a diferentes niveles, que caen en sus garras de forma estrepitosa. Se les va de las manos hasta límites insospechados. Algunas buscan soluciones donde no existen. Otras, simplemente no pueden evitarlo. Incluso hay quien encuentra en su presunta experiencia y abultado conocimiento la justificación perfecta para no enfrentarse a una tendencia que mina su efectividad.
Un coche de F1 tiene más mandos y controles, y más complejos, que un ciclomotor. Y, por supuesto, los ciclomotores son para aprendices y personas cuyas necesidades se cubren fácilmente. Cualquiera sabe y puede conducirlo, no tiene mérito. No destacas. Sin embargo, si lo que necesitas es callejear tu destreza a los mandos de un ciclomotor te será de mucha más utilidad que tu maestría a los mandos de un F1.
No copies lo que veas, solamente por ser nuevo o llamativo. Captura si llama tu atención. Pregúntate qué necesitas. Piensa. Incuba, y piensa de nuevo. Ese sistema complejo que de una lista ha sacado cuatro podría responder a una necesidad de quien lo utiliza, pero no tuya. O quizá lo haya copiado de otra persona porque luce total y absolutamente pro, y sea un mero accesorio estético.
Ten en cuenta que una lista más, es una responsabilidad más. Requiere revisión a diferentes niveles. Una lista más es el enemigo, mientras no se demuestre lo contrario. Una lista más supone la diferencia entre que tu sistema trabaje para ti, o tú para tu sistema. La sobre-organización comienza con una lista injustificada más. Y no te acerca a la maestría, te aleja. A la maestría se llega destilando.