El modelo tridimensional de cubos

A raíz de una entrada de algunos días atrás, sois varias las personas que me habéis consultado sobre el puzzle tridimensional. Efectivamente, como algunas habéis intuido, existe algo detrás. Una especie de juego que he comenzado a llevar a cabo unos años atrás y bautizado como el modelo tridimensional de cubos.

Se trata de un juego sencillo, al que llegué tras experimentar reflexionando sobre diferentes aspectos y fusionándolos luego en un proceso único. Aunque sencillo, requiere de un bloque de tiempo de calidad. Al menos un par de horas —incluso tres— para la intromisión, en un entorno tranquilo y sin interrupciones. Llevarlo a cabo con plena consciencia de lo que estás haciendo en ese momento, pensando y profundizando, puede brindarte información muy útil.

Se trata de un juego para trabajar el plano de la perspectiva a diferentes niveles. En mi opinión, el modelo tridimensional de cubos es una herramienta fantástica para introducirte en el mundo de la perspectiva en GTD®, si aún no lo has hecho.

En primer lugar, es importante el momento en que se realiza. Yo —y posiblemente tú también, si practicas GTD®— llevo a cabo una revisión anual en que abro miras y reflexiono en profundidad sobre mis horizontes superiores. Hasta hoy, siempre lo he hecho en el cambio de año, aunque me consta que muchas personas lo hacen en verano.

Si eres una de esas personas que lleva a cabo este tipo de revisión, el momento en que obtendrás el máximo beneficio de llevar a cabo este juego es inmediatamente antes. Yo suelo llevarlo a cabo un fin de semana, y al siguiente hacer esa gran revisión anual. Si, en caso contrario, eres una persona que no lleva a cabo ese tipo de revisión, cualquier momento podría ser bueno.

Ahora que ya sabes cuál podría ser el mejor momento para jugar, vamos a ver cómo se juega. Te recomiendo hacerte con un buen puñado de hojas y algo con que escribir.

  1. Toma una hoja, vas a desarrollar una (larga) lista. Te recomiendo ir anotando cada idea en una línea y dejando un espacio debajo (una línea en blanco) de separación con la siguiente. Luego te explicaré para qué sirve este espacio.
  2. Comienza por anotar en ella todos los frentes que ahora mismo recuerdes que tienes abiertos. Todos esos resultados que te has comprometido a alcanzar y en los que probablemente ya has ido dando varios pasos en los últimos días o semanas. Ejemplos de ello pueden ser ese informe en el que trabajas y debes entregar en un par de semanas, esa reforma que estás haciendo en casa o ese trabajo de fin de grado que debes entregar en ocho meses.
  3. A continuación, suma a tu lista —sin distinción ni separación— todas esas áreas relevantes en tu vida que te has comprometido a mantener. No importa que sean de mayor o menor nivel, todas caben. Desde personal, profesional o familiar, hasta el cuidado de tu mascota o la vivienda de la persona de tu familia que vive en otro país y te has comprometido a cuidar.
  4. A continuación puedes seguir sumando a tu lista todas esas metas que te has marcado a mayor o menor plazo. Da igual que se trate de haber alcanzado un peso específico a un plazo de un par de años, haber terminado con éxito tu carrera universitaria, haber desarrollado y puesto en marcha un negocio personal paralelo a determinado plazo futuro, tener en propiedad un pequeño apartamento frente al mar antes de alcanzar tu jubilación, o haber escalado posiciones hasta ocupar un cargo específico en tu empresa en el plazo de cinco años. Anótalas todas.
  5. Para finalizar, anota tu propósito de vida si en algún momento lo has definido. Esa frase o breve párrafo que describe cuál es tu fin último, el para qué entiendes que estás aquí.

Es importante señalar que, tanto si utilizas GTD® como otra metodología de gestión personal, es posible que toda —o parte— de esta información ya la tengas registrada. Pero no puedes recurrir a ella, el juego consiste en extraer las mayor parte posible de toda esa información de tu mente, sin consultarla en ningún soporte externo.

Ahora, si has dedicado el tiempo y atención adecuados, tendrás una —muy— larga lista con una línea en blanco entre cada elemento que la compone. Probablemente varias hojas por ambas caras. Todos y cada uno de los elementos que componen esa lista son importantes.

Entramos en la segunda fase. Deja a un lado tu lista, la necesitarás para consultarla, y toma una hoja en blanco.

Cada uno de los elementos de esa lista parte de ser una figura irregular y vas a pulirla hasta convertirla en un cubo. Es decir, una figura geométricamente perfecta de seis caras iguales. Lo que harás para ello es, en primer lugar, anotar ese elemento en la nueva hoja en blanco que has tomado. Y a continuación, tomar tu lista y determinar seis elementos más de ella que guarden relación con este elemento, y anotarlos debajo.

La relación entre elementos puede ser cualquiera. Pero para obtener el mayor beneficio de la ejecución de este juego y la información que resulte del mismo, es necesario que trates de buscar los seis elementos que mejor se relacionen con este de entre toda tu lista. Puede ser que trabajen por un mismo propósito. Puede que ambos representen un rasgo destacable de tu personalidad. Incluso puede que ambos estén vinculados a una persona importante para ti. El modo de establecer los vínculos queda a tu elección, pero busca conexiones de calidad.

El modelo tridimensional de cubos trabaja con cubos. Cada vínculo entre elementos permite pulir cara a cara esas figuras irregulares y toscas de las que partes.

Una vez has llevado a cabo este ejercicio con el primer elemento de tu lista y tienes anotados debajo otros seis, tienes tu primer cubo. Traza una línea horizontal en tu hoja, bajo estos siete elementos anotados. Tus temores acaban de hacerse realidad. Es necesario llevar a cabo este ejercicio de vínculo uno a seis para cada elemento de esa larga lista que has formado en la primera fase.

No te agobies, haz descansos. Incluso puedes continuar mañana, si sabes que dispondrás de tiempo de calidad para continuar desde donde lo has dejado. Más importante que hacerlo de tirón, es hacerlo bien. Pensar, establecer vínculos de calidad. Y si mientras estás llevando a cabo este ejercicio con cada elemento de tu lista se te ocurre alguno nuevo que no habías anotado al desarrollar tu lista inicial, añádelo al final.

Una vez has conseguido establecer todos estos vínculos uno a seis con todos y cada uno de los elementos de tu larga lista inicial, ya puedes pasar a la tercera y última fase.

Necesitarás tener, por ejemplo a la izquierda, tu lista inicial. Esa lista en bruto confeccionada en la primera fase, en que una línea en blanco separa cada elemento del siguiente. Y también, a la derecha, todas las hojas resultantes del ejercicio de vincular cada elemento con otros seis de la misma.

La idea es que vayas recorriendo, una por una, cada hoja de la derecha (el ejercicio de establecer vínculos) y, a cada elemento que aparece —independientemente de que sea el que encabeza cada ejercicio como protagonista, o cualquiera de los seis que le siguen— busques ese elemento en tu lista inicial y, aprovechando la línea en blanco que has dejado debajo, dejes constancia poniendo un pequeño palito. O un punto. Y que hagas esto recorriendo todas y cada una de las hojas en que has llevado a cabo el ejercicio de vínculos. De este modo, cuando termines, si un elemento ha aparecido doce veces en diferentes lugares de esas hojas, habrás dejado constancia en tu lista inicial anotando doce barritas o puntos debajo del mismo.

Cuando hayas terminado de hacer esto, todo el conjunto de hojas en que has llevado a cabo el ejercicio de vincular cada elemento con otros seis ya no te hará falta (puedes guardarlas, si lo deseas). Toda la información relevante se encuentra en tu lista inicial.

Ve recorriéndola y sumando palitos o puntos, y al final de cada elemento anota el número. En mi caso, cuando llego a este punto, paso a limpio toda esta lista ordenando todos los elementos de mayor a menor puntuación. Solamente anoto el elemento y, al final, el número de apariciones. De más a menos. Se trata de una especie de mapa de prioridades en tu vida, en este preciso momento. Y puede aportarte información que desconocías, o que intuías diferente.

Disponer además de esta lista te permitirá, en tu revisión anual si la llevas a cabo, poder comparar. Y no solamente en amplitud. Podrías incluso encontrarte con que has anotado elementos en tu juego con el modelo tridimensional de cubos que no tenías anotados previamente. Y viceversa, información anotada previamente que no aparece en tu juego con el modelo tridimensional de cubos. Te ayudará, conociendo dónde te encuentras hoy, a introducir cambios. A determinar qué partes de lo que había siguen siendo relevantes, qué partes son hoy más relevantes de lo que eran, y qué partes relevantes en el pasado han dejado de serlo hoy.

Se trata de un juego muy enriquecedor. Y duro. Nada valioso sale gratis. Espero saber de ti, si te decides a jugar.

P.S.: ¿Quieres una guía más detallada? Aquí la tienes.