¿Sabes nadar?

Sigo algunas newsletters y listas de correo. Recientemente, uno de esos emails incluía el feedback del alumno de un taller que (curiosamente) no tenía nada que ver con nadar:

Puedo leer un libro sobre natación. Puedo leer sobre cómo contener la respiración bajo el agua. Puedo leer sobre patear y dar brazadas. Pero sentir que el agua fría sube por la nariz y tratar de mantenerse a flote y remar es algo totalmente diferente.

Y no es solo una pregunta binaria de ‘¿sabes nadar?’.

Existe un espectro donde una marca señala lo bueno que eres como nadador. Claro, es posible que sepas nadar, pero probablemente haya mucho margen de mejora entre dónde te encuentras ahora y lo bueno que podrías ser.

Puedo ver cómo hay algunas personas en mi equipo multifuncional que son como nadadores de nivel olímpico… Puedo ver la influencia que tienen. No es solo por su título.

Cuando hablan, la gente escucha. Cuando plantean ideas, la gente quiere escuchar más. Gente de muchos niveles por encima, por debajo y lateralmente, todos confían en ellos. Yo también confío en ellos.

No lo vi antes pero lo veo ahora. Quiero desarrollar esta habilidad y darme cuenta de que tengo mucho que aprender. Siento que justo ahora estoy aprendiendo a nadar, y estoy emocionado por mejorar.

Puedes aprender muchísimo sobre nadar sin mojarte. Sobre, acerca de, al respecto de nadar. Pero no aprenderás a nadar hasta que te tires al agua. Nada reemplaza arrancar, experimentar, sentir, hacer, vivir. La práctica marca la diferencia.

Y nada puede reemplazar la confianza. Todo cambio profundo parte de ella. La práctica sin confianza solo es prueba.