No es un secreto que las relaciones artificiales, las de conveniencia, nunca me han atraído. Tampoco que, en casos como este, alejarme de lo que no me resulta atractivo juega en mi contra.
Vivimos un momento en que las relaciones es el valor más preciado de la práctica totalidad de profesionales. De personas, en general. Y sin embargo, las magníficas oportunidades que desde hace años se han abierto ante nosotros con la aparición y expansión del mundo tecnológico han facilitado el crecimiento de nuevos tipos de relaciones.
Una muy extendida se basa en el intercambio de intereses, sin más. El intercambio es la relación, no existe nada detrás. Comparto lo que publicas para que tú compartas lo que publico. Te elogio para que tú me elogies. Te sigo para que tú me sigas. Y con ello se pierde el valor de la recomendación, del elogio, del seguir por el valor implícito más allá de obtener un número más.
Son relaciones, pero no de las que unen. Es la relación del número. Es la relación del me gusta porque espero obtener algo a cambio. Son relaciones por las que no apuesto, aunque mantengan el mundo en movimiento.
Yo busco otras. Reales. De las que crean un vínculo en mayor o menor medida, de las de un ¿puedo hacer algo por ti? honesto y sin peajes.
Y como ocurre siempre, querer algo es gratis pero obtenerlo siempre tiene un coste. Yo he decidido arrancar. Así que antes de que finalice el año abriré en este blog una nueva sección en que mensualmente liberaré algunos bloques de calendario de 30′ para que puedas agendar una reunión conmigo. Si quieres consultarme o pedirme algo, charlar sobre efectividad o GTD®, o simplemente pasar un rato, aquí estaré.